Camello

Su jornada laboral, al igual que la de sus compañeros, era de 14 horas. Iniciaba a las cinco de la mañana y terminaba a las siete de la noche. Ofrecían varios recorridos por el desierto, pero los más apetecidos eran el primero y el último pues en estos se veía el amanecer o el anochecer. Cargaban botellas de agua para contrarrestar la sed de sus clientes. Aunque disfrutaba de su trabajo, tenía un vacío en el corazón. Quería visitar las pirámides y recorrer sus cámaras, pero la entrada estaba prohibida para los animales, incluso para un camello como él.

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